El ricino es un arbusto de unas hojas muy llamativas procedente de las regiones tropicales. Sus semillas se prensan en frío para extraer un aceite vegetal excelente para nutrir y reforzar el pelo, las pestañas y las cejas. Este aceite vegetal también tiene numerosas e interesantes propiedades cosméticas y terapéuticas. A pesar de su viscosidad, este aceite se utiliza en sinergia con aceites esenciales, ya que penetra con facilidad en la piel. Nombre en latín: Ricinus communis L. Parte utilizada: semillas.
El aceite de Ricino es perfecto para preparar tratamientos capilares por dos motivos. El primero es su alta concentración en ácido ricinoleico. Este ácido graso solo se encuentra en esta planta y es el que le otorga su textura viscosa que ayuda a fortalecer y nutrir el cabello, así como a reforzar la fibra capilar. El ácido ricinoleico también destaca por sus propiedades antifúngicas y antibacterianas, que le permiten sanear el cuero cabelludo. ¡Y no hay nada mejor para tener un pelo perfecto que un cuero cabelludo saludable! El segundo motivo es la presencia de la vitamina E en su composición. Esta vitamina es un antioxidante natural que protege el pelo de las agresiones externas, lo repara y estimula su crecimiento. También favorece la microcirculación del cuero cabelludo y estimula el aporte de nutrientes del bulbo piloso.
Consejo de aplicación: con el pelo seco y sin nudos, hacer una mascarilla y aplicar la cantidad necesaria. Insistir en las puntas y masajear suavemente el cuero cabelludo. Dejar actuar durante al menos una hora o durante toda la noche y aclarar con champú. El aceite de Ricino es muy viscoso y se puede diluir en otro aceite vegetal en función del tipo de pelo que vaya a tratarse (por ejemplo, en una concentración del 50 %).
Otros aceites vegetales adecuados: hay muchos aceites vegetales que nutren el pelo: Argán, Aguacate, Manteca de Karité, Coco o Manteca de Cacao.
Al principio, el aceite de Ricino se empleaba en la India para cuidar las uñas... ¡y no era por casualidad! Los ácidos ricinoleico, omega-6 y omega-9 presentes en este aceite ayudan a nutrir las uñas en profundidad: gracias a estos compuestos, las uñas estarán más espesas, brillantes y en mejor estado, mientras que las cutículas estarán más elásticas y será más fácil empujarlas. Si bien es cierto que el aceite de Ricino deja un tacto algo graso, el efecto rehidratante que tendrá en las uñas merecerá la pena.
Consejo de aplicación: aplicar una o dos gotas de aceite de Ricino en cada uña y masajear hasta que penetren completamente. Repetir dos o tres veces por semana para mejorar la eficacia del aceite.
Otros aceites vegetales adecuados: los aceites de Casis, Camelia o Brócoli también son muy apreciados por su capacidad para reforzar las uñas.
La acción del ricino en las pestañas y en las cejas se debe a las mismas propiedades que lo hacen tan beneficioso para el pelo. Este aceite aporta nutrientes y estimula los bulbos pilosos, lo que ayuda a reforzar el pelo y acelera su crecimiento. También refuerza las pestañas y las cejas, aumenta su densidad y estimula su crecimiento para rellenar así los posibles huecos.
Consejo de aplicación: antes de acostarse, aplicar el aceite de Ricino en las pestañas y en las cejas con un bastoncillo o un peine para pestañas limpio y seco (¡con cuidado para que no entre en los ojos!).
Otros aceites vegetales complementarios: el Ricino es un aceite que destaca por su viscosidad. Para desmaquillarse más fácilmente, lo mejor es diluirlo en otro aceite vegetal más fluido (como el de Nuez de Albaricoque, Aguacate o Coco) después de calentarlo con los dedos.
Gracias a su alta concentración en ácidos grasos, el aceite de Ricino tiene propiedades emolientes y suavizantes. El ácido ricinoleico es un ácido graso omega-9 que ayuda a reforzar la película hidrolipídica, la barrera natural de la piel. El aceite de Ricino tiene propiedades antiinflamatorias y analgésicas que le ayudan a calmar la irritación que producen las pieles secas o muy secas. También favorece la reparación de la piel y acelera el proceso de cicatrización.
Consejo de aplicación: aplicar unas gotas del aceite de Ricino en las zonas secas y dañadas de la piel. Es recomendable diluir al 50 % en otro aceite vegetal.
Otros aceites vegetales adecuados: para nutrir la piel seca y dañada, también se pueden utilizar los aceites de Argán, Manteca de Karité, Cáñamo o Sésamo, por poner algunos ejemplos.
Al igual que ocurre con el pelo, el aceite de Ricino actúa de dos maneras sobre la barba. En primer lugar, nutre la piel sobre la que crece la barba (que a menudo descuidamos) y, en segundo, suaviza y refuerza el pelo gracias a su acción sobre la queratina. El aceite de Ricino también puede usarse para dar fuerza y brillo al pelo de la barba y estimular su crecimiento para cubrir las zonas donde ralea o, simplemente, para aumentar su densidad.
Consejo de aplicación: aplicar unas gotas del aceite en la barba antes de acostarse y masajear la piel para que penetre mejor. Dejar actuar durante toda la noche y aclarar el aceite sobrante a la mañana siguiente. Repetir 3 veces por semana. Se puede diluir el aceite de Ricino en otro aceite vegetal para aplicarlo más fácilmente.
Las altas cantidades de ácido ricinoleico presentes en el aceite de Ricino le otorgan propiedades laxantes. Al ingerirlo, este ácido irrita la mucosa del intestino y hace que el estómago produzca enzimas digestivas (también llamadas «lipasas») en mayor cantidad. Gracias a estas enzimas, los intestinos aumentan su ritmo de trabajo y se acelera su tránsito. De este modo, el Ricino es un remedio fantástico contra el estreñimiento... ¡pero sus beneficios no terminan aquí! Este aceite también desempeña una función purgativa que ayuda a limpiar el cuerpo de algunos tipos de intoxicaciones. No obstante, el aceite de Ricino tomado por vía oral en altas dosis puede ser peligroso y su acción es bastante rápida (entre 4 y 8 h). Solo debe usarse de este modo bajo prescripción médica. Tampoco deben usarlo los niños de menos de 6 años, las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia ni las personas que tengan el intestino delicado. El médico norteamericano William A. McGarey estudió el uso del Ricino en ungüentos. Este doctor escribió un libro en el que recopiló 80 estudios de casos en los que utilizó el aceite de Ricino contra distintos cuadros de intoxicación.
El aceite de Ricino tiene propiedades terapéuticas interesantes para combatir las enfermedades invernales y otras infecciones microbiológicas. Este aceite es antibacteriano, antiviral y actúa contra la gripe, las verrugas y la gastroenteritis. Además, es inmunoestimulante. El aceite de Ricino ayuda a los organismos a defenderse de los gérmenes patógenos. Según el médico norteamericano William A. McGarey, el aceite de Ricino mejora el funcionamiento del timo y de otros órganos del sistema inmunitario. En dos estudios en los que trató a sus pacientes utilizando cataplasmas calientes de ricino, se demostró un aumento significativo del nivel de linfocitos en comparación con los pacientes tratados con un placebo.
Consejo de utilización: preparar una cataplasma caliente de aceite de Ricino y aplicar sobre el vientre durante una hora como mínimo.
Aceites esenciales complementarios: el aceite esencial más usado para estimular la respuesta inmune del organismo es el de Alcanfor.
Otros aceites vegetales adecuados: gracias a su particular composición, el aceite de Comino Negro también ayuda a estimular el sistema inmune.
Nuestros colegas anglófonos suelen referirse al aceite de Ricino como «castor oil». Por traducción directa, nosotros también solemos llamarlo «aceite de castor». Pero ¿qué relación tiene el ricino con este roedor? Para los ingleses, ninguna, ya que «castor» se dice «beaver» en ese idioma. El castor (ahora sí que nos referimos al animal) puede secretar una sustancia aceitosa conocida como castóreo, que lleva usandose desde la antigüedad por sus virtudes. Estos dos productos, el castóreo y el aceite de Ricino, se utilizan para obtener resultados parecidos. Sus dos usos más extendidos son el de lubricante (principalmente para motores) y el de aceite con fines medicinales. Por eso, debido a algunas confusiones, el aceite de Ricino ha terminado por conocerse como «castor oil».