La morera es una planta de la familia de las Moráceas. De esta familia, sólo 3 moreras son de interés: la morera negra (Morus nigra L.), la morera roja (Morus rubra L.) y la morera blanca (Morus alba L.). La morera es muy versátil, ya que muchas partes de la planta se consumen desde hace siglos. Las hojas son especialmente interesantes y se dice que ayudan en la lucha contra muchas enfermedades, incluida la diabetes. Hoy en día, es el fruto de la morera blanca el que está causando sensación. Esta fruta dulce con sabor a miel tiene todas las características de un superalimento. Increíblemente ricas en hierro, las moras son ideales para combatir la fatiga, la anemia o los periodos intensos. Numerosos estudios científicos han examinado sus beneficios: equilibrio del azúcar en sangre, reducción del colesterol, hepatoprotector, antioxidante, inmunomodulador, etc. Nombre latino: Morus alba L. Familia botánica: Moraceae. Parte utilizada: Fruto.
La morera blanca desecada es un fruto seco. Por lo tanto, contiene más azúcar que una morera fresca, las recomendaciones de consumo diario se definen :
Para aprovechar al máximo sus ventajas, puedes utilizarlas:
Le aconsejamos que los utilice durante la(s) siguiente(s) comida(s) para aprovechar al máximo sus beneficios:
Puedes incorporarlos a las siguientes preparaciones para que sean más fáciles de tomar:
25 g de moras blancas deshidratadas contienen una proporción significativa de la Referencia Poblacional de Nutrientes (PNR) para Hierro. También contienen, en menor medida, fibra.
Como tal, las Moras blancas secas pueden complementar su dieta sana y variada.
La diabetes es un trastorno metabólico caracterizado por una hiperglucemia crónica debida a un déficit de insulina y/o a una resistencia tisular a la insulina. En otras palabras, la secreción o la eficacia de la insulina (la hormona que reduce la glucemia) es deficiente. Varios estudios demuestran la actividad moduladora de la insulina de las moras blancas.
Además, las moras blancas deshidratadas tienen un importante contenido en fibra. La fibra reduce la absorción de azúcar y colesterol. Por tanto, también son beneficiosas en caso de trastornos lipídicos. Por último, su increíble riqueza en compuestos fenólicos les confiere una actividad antioxidante y antiinflamatoria, previniendo así las complicaciones cardiovasculares.
Las moras blancas deshidratadas revitalizan y tonifican el organismo. Son naturalmente ricas en hidratos de carbono (glucosa y fructosa): el carburante favorito de nuestro organismo. Sus índices glucémicos de bajos a medios no provocan sensación de cansancio tras su ingestión. El hierro que contienen también es un estimulante perfecto para el organismo. Ayuda a reducir el cansancio, a descomponer los macronutrientes para sintetizar energía y combate el deterioro de las funciones cognitivas.
Se dice que las moras blancas secas actúan sobre varios órganos digestivos: el hígado, los intestinos y la microbiota intestinal (un pseudoorganismo). Podrían utilizarse como prebiótico, ya que favorecen el desarrollo de bacterias beneficiosas para el intestino. Además, combaten el estreñimiento por su alto contenido en fibra (ver nuestra guía estreñimiento y dieta). Para el hígado, dos estudios realizados en roedores han demostrado que los polisacáridos de las moras blancas tienen una actividad hepatoprotectora.
Las moras blancas son portadoras de flavonoides. Los flavonoides son polifenoles con muchas actividades biológicas, entre ellas la capacidad de ser antibacterianos y antivirales. Además, el hierro aumenta la respuesta inmunitaria del organismo. Los nutrientes de las moras blancas deshidratadas refuerzan los beneficios de una dieta variada y equilibrada.
La anemia ferropénica puede deberse a una dieta demasiado pobre en hierro (consulte nuestra guía anemia ferropénica y dieta). Las moras blancas secas son increíblemente ricas en hierro, lo que les confiere una virtud antianémica.
La morera es una planta de la familia de las Moráceas. Es un arbusto de crecimiento rápido que alcanza rápidamente una altura de 3 a 10 metros. Su corteza gris contiene un látex blanquecino. Las hojas son verdes, ovaladas y brillantes. Los amentos (flores) son vellosos y verdes. Tras la fecundación, los amentos dan paso a los frutos, las zarzamoras. Las moras son pequeños frutos globosos cuyo color varía según la especie. Se reconocen tres especies principales: la morera blanca (Morus alba L.), la morera negra (Morus nigra L.) y la morera roja (Morus rubra L.).
El árbol es originario de China, Corea y Japón (donde se conoce como Sangshu), pero ahora se cultiva en toda Europa. Las hojas de morera se utilizan como remedio desde la antigüedad. Según la medicina china, son eficaces para prevenir y tratar muchas enfermedades: fiebre, dolor de garganta, tos, trastornos hepáticos, trastornos oculares, trastornos renales, hipertensión, etc. En Corea y Japón, los pacientes diabéticos consumen hojas de morera como complemento de los tratamientos antidiabéticos. La actividad antidiabética de las hojas de morera es el tema más intensamente estudiado, ya que su eficacia es real. La corteza, las ramitas y las raíces también figuran en la farmacopea china.
En Europa, es la fruta la que justifica el cultivo de moreras. China es actualmente el mayor productor de moreras.
Un pequeño inciso que concierne únicamente a la morera blanca (Morus alba L.): esta última se cultiva tradicionalmente por sus hojas como alimento exclusivo de los gusanos de seda. Existiría una correlación entre el contenido en proteínas de las hojas y la eficacia de la producción de capullos. La producción de morera blanca depende, pues, del mercado de la seda. Tras la llegada de las fibras sintéticas, el cultivo de la morera disminuyó. Desde que los estudios científicos han demostrado sus beneficios para la salud, la producción de morera blanca ha vuelto a aumentar.
Las moras blancas tienen muchos beneficios para la salud, al igual que las moras negras. Aunque ambas variedades pertenecen al mismo género, son bastante diferentes.
La mayor diferencia es desde el punto de vista organoléptico: las moras blancas tienen sabores menos intensos y un gusto dulce, ligeramente bizcochado; las moras son más intensas, ácidas y picantes.
Las diferencias nutricionales son menores: las moras blancas aportan más fibra, grasa e hidratos de carbono que las moras negras. En cambio, las moras negras son ligeramente más ricas en proteínas y tienen menos calorías. En cuanto a los micronutrientes, las moras negras tienen mayor actividad antioxidante que las blancas. De hecho, un estudio demuestra que las moras negras contienen ligeramente más polifenoles.
Si su elección se basa en la actividad antioxidante, le recomendamos las moras negras. En cambio, si su elección se basa en su efecto energizante y estimulante intestinal, le recomendamos las moras blancas. Por lo demás, sólo sus preferencias gustativas podrán guiarle. Para los indecisos, ¿qué tal combinarlas?
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