Existen dos grandes categorías de síntomas directos relacionados con el estrés: los síntomas fisiológicos y los síntomas psicológicos. Cada uno de estos síntomas tendrá consecuencias inmediatas y poco perjudiciales para la persona sometida a estrés (normal, es un mecanismo de defensa en la base...) pero si el estrés se cronifica, entonces pueden aparecer muchos problemas, o agravarse.
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Estos síntomas afectan al "estado de ánimo", al "comportamiento mental" de los individuos esta vez. Pueden dar lugar a problemas de comportamiento, como cambios de humor. A continuación se ofrece una lista no exhaustiva de los distintos síntomas psicológicos relacionados con el estrés:
El estrés crónico provoca un envejecimiento acelerado en muchas partes del cuerpo. En particular:
La digestión se ve afectada por el estrés. Altera el buen funcionamiento del aparato digestivo, lo que puede provocar náuseas, calambres, estreñimiento, diarrea o trastornos alimentarios. Esta perturbación es consecuencia de la elección por parte del cerebro de los órganos prioritarios en caso de situación de riesgo. La digestión no es un riesgo (no ayuda a correr).
El cortisol (no "el") se produce en grandes cantidades durante los periodos de estrés crónico. Puede ser responsable de un déficit en el sistema inmunitario y provocar una mayor susceptibilidad a enfermedades leves como resfriados, etc.
A diferencia del sistema digestivo mencionado anteriormente, que sufre de estrés debido a una falta de atención por parte del cerebro, nuestro sistema cardiovascular sufrirá de un exceso de solicitación. El estrés es, por tanto, un factor clásico de agravamiento de ciertas enfermedades como la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares o los trastornos respiratorios.
En ocasiones, el estrés puede ser la causa de desequilibrios hormonales en algunas mujeres, provocando la desaparición temporal de los periodos menstruales o acentuando síntomas menopáusicos como los sofocos.
Enfermedades como el asma, la migraña, la psoriasis y muchas otras pueden estar relacionadas con el estrés. El estrés puede desencadenar estas enfermedades en personas que no las padecen, o intensificar sus síntomas. Los niveles de colesterol también pueden verse afectados, ya que el hígado produce más colesterol para satisfacer la necesidad de energía del cuerpo en momentos de estrés.
Sí, el estrés favorece el aumento de peso.
Por un lado, el propio estrés puede ser responsable de una gestión ahorrativa de las calorías y almacenarlas masivamente, en vista de un hipotético esfuerzo importante por venir. En este sentido, no somos en absoluto iguales. Al contrario, algunas personas quemarán muchas calorías en cada esfuerzo, sin esta dinámica de almacenamiento preventivo.
Por otra parte, todo el mundo está preocupado por los siguientes efectos del estrés sobre nuestro peso, vinculados a los síntomas del estrés y no al estrés en sí:
1 - A nivel puramente fisiológico. El neuropéptido Y, un péptido segregado en el hipotálamo, desempeña un papel directo en el aumento de peso, y se dispara cuando estamos estresados;
2 - A nivel psicosomático. El azúcar actúa sobre los neurotransmisores cerebrales, libera endorfinas y provoca una sensación de bienestar de corta duración. En caso de estrés prolongado, nos sentimos más tentados a consumirlo.