Ver que tu bebé no tiene buenas defensas inmunitarias lleva inevitablemente a pensar que "más vale prevenir que curar". Es cierto que entre los 0 y los 3 años, los niños son especialmente frágiles en invierno. De hecho, al nacer, los bebés sólo tienen los anticuerpos transmitidos por sus madres, pero su organismo tiene un nivel de glóbulos blancos superior al de un adulto para protegerse mejor. El único problema es que su sistema inmunitario sigue siendo frágil, por lo que necesitan que les echemos una mano.
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Es evidente que laalimentación desempeña un papel muy importante en el sistema inmunitario del bebé. Es importante aportar al bebé los nutrientes necesarios y vitamina C (cítricos, frutos rojos, verduras y pimientos verdes, perejil, etc.).
Hablando de nutrientes, los bebés necesitan especialmente hierro, que se encuentra en las leches infantiles, pero también en la carne roja, las lentejas, las judías blancas, el tofu y, para gran desgracia de estos pequeños, en las espinacas, ¡que son muy ricas en hierro!
Algunas acciones cotidianas que los padres suelen hacer sin pensar son peligrosas para los niños. Por ejemplo, nunca debes meter en la boca de un bebé nada que no esté limpio al 100%. Por eso, cuando a tu hijo se le caiga un chupete, no lo cojas, límpialo con las manos o con la boca y devuélveselo. Lo mismo ocurre con el biberón. Esto puede ser restrictivo y frustrar al bebé, ¡pero es mejor para su salud! Para evitar rabietas, recuerda llevar siempre contigo un chupete limpio por si necesitas un "plan B". En la misma línea, evita probar su comida con los mismos cubiertos que se utilizarán para darle de comer. Es posible que bacterias inofensivas para ti no lo sean para él.
Son pequeñas acciones cotidianas que pueden marcar la diferencia. Hay otras precauciones que también tienen sentido, como lavarse las manos con regularidad o no besar a tu hijo en la cara si estás enfermo. Lo más importante es recordar que hay que evitar el contacto con las bacterias en la medida de lo posible, sin dejar de vivir. Un bebé necesita encontrarse con determinadas bacterias para entrenar su sistema inmunitario a combatirlas y protegerse.