La psoriasis sigue siendo una enfermedad poco conocida. Se trata de una enfermedad crónica de la piel que afecta a entre el 1 y el 3% de la población francesa. Cada vez más se la denomina enfermedad psoriásica debido a las otras afecciones que la acompañan, en particular el dolor articular. Se la denomina entonces artritis psoriásica.
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De hecho, en el 90% de los casos de artritis psoriásica, el paciente tiene psoriasis o antecedentes de psoriasis. En el 75% de los casos, la psoriasis cutánea aparece entre 10 y 12 años antes de la enfermedad reumática. El diagnóstico de esta complicación puede ser difícil, ya que la enfermedad se parece a muchos otros problemas articulares, y sobre todo porque la psoriasis puede pasar desapercibida, por ejemplo en forma de caspa abundante.
La artritis psoriásica, una complicación de la psoriasis, es una enfermedad crónica que afecta a los huesos y las articulaciones. Afecta tanto a hombres como a mujeres y se desarrolla a lo largo de los años. Si no se trata, puede llevar a la destrucción de gran parte de las articulaciones. Esto es especialmente cierto en el caso de las personas que subestiman el peligro del dolor articular y dejan que la enfermedad gane terreno sin darse cuenta. La artritis psoriásica afecta sobre todo a las falanges (articulaciones de las manos y los pies), pero no se limita a ellas y puede afectar a muchas otras articulaciones del cuerpo. Cuando los problemas articulares afectan a las falanges, puede llegar a ser rápidamente incapacitante, llegando incluso a la pérdida del uso de los dedos.
La psoriasis es una enfermedad crónica que, sólo en su forma cutánea, puede suponer una desventaja social. Si a la enfermedad se añade el reumatismo, y sobre todo la pérdida del uso de los dedos, la vida social puede verse gravemente afectada. A pesar de la enfermedad, es aconsejable no aislarse para no entrar en una espiral de depresión-psoriasis, que puede hacer ineficaz el tratamiento.