El estrés es una señal de alarma para nuestro organismo. Por eso es importante tener en cuenta los primeros signos. Inquietud, aumento del ritmo cardíaco, sudoración, manos húmedas, un nudo en el estómago, y después ansiedad, angustia y cansancio pueden llevar al agotamiento total del organismo. Los aceites esenciales son muy útiles para ello y pueden aliviar muchas dolencias psicológicas.
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La acción ansiolítica actúa directamente sobre el sistema nervioso bloqueando los mecanismos que provocan el estrés.
De hecho, cuando estás estresado, es una manifestación de tu cuerpo ante una situación determinada que te empuja a adaptarte. Tu sistema nervioso interviene entonces y ordena la secreción de hormonas como el cortisol y la corticosterona para estimular el organismo y poner a disposición todas las reservas energéticas del cuerpo para hacer frente a la agresión (se haya producido o no). Ocasionalmente, el estrés es beneficioso, pero si una situación estresante persiste (estrés en el trabajo, en casa, etc.) el organismo se agota al reaccionar innecesariamente y se vuelve vulnerable, lo que puede conducir a la ansiedad y a los trastornos que la acompañan... Por último, la crisis de ansiedad es la última etapa del trastorno de ansiedad.
Para actuar, las moléculas de los aceites esenciales interactúan con los neuromediadores de la transmisión nerviosa, lo que regula positivamente el sistema nervioso. Esta acción directa en el corazón del sistema nervioso central induce un efecto calmante y relajante, ya sea en el cuerpo (efecto espasmolítico) o en la mente (ansiolítico).
Además, la apreciación olfativa personal desempeña un papel muy importante en la gestión del estrés. Por ejemplo, el olor de los cítricos ayuda a recuperar el ánimo y el buen humor, mientras que las esencias de las coníferas (abeto...) ayudan a recuperar la energía y la vitalidad.
Las principales moléculas ansiolíticas son... Ésteres (acetato de linalilo, angelato de isobutilo, angelato de isoamilo...) y alcoholes monoterpénicos (linalol, geraniol, alfa-terpineol...) que tienen una acción espasmolítica y ansiolítica y facilitan el sueño. Los carburos monoterpénicos (limoneno) también son calmantes. Para una acción más sedante, buscamos aceites esenciales que contengan: citrales (aldehídos monoterpénicos de olor alimonado) como el neral o el geranial, linalol (alcohol monoterpénico), derivados nitrogenados (antranilato de metilo, éster nitrogenado) o ésteres monoterpénicos.