Signos y síntomas de una crisis nerviosa

Se trata de un gran cansancio psicológico del que es difícil recuperarse (sobre todo en soledad), o de sentimientos de tristeza y melancolía. Se produce un ataque de nervios cuando la melancolía es duradera, interfiere en la vida diaria de quien la padece y requiere seguimiento y tratamiento para curarse. Una crisis nerviosa es una enfermedad, no sólo una fatiga psicológica temporal que puede superarse con un poco de fuerza de voluntad. Se traduce en un profundo malestar, una sensación constante de tristeza y fatiga tanto mental como física. Pero, ¿qué ocurre realmente en nuestro cuerpo y nuestro cerebro durante un episodio depresivo? ¿Y cuáles son los síntomas?

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¿Qué ocurre en nuestro cuerpo para que se produzca una crisis nerviosa?

A nivel biológico

Aunque las causas de las crisis nerviosas siguen envueltas en una cierta vaguedad, numerosos estudios demuestran que un desequilibrio en la producción de ciertas moléculas en el cerebro está implicado en esta enfermedad. De hecho, un descenso en la producción de ciertos neurotransmisores parece ser responsable, al menos en parte. Pero para comprender mejor el papel de estas sustancias químicas en nuestra corteza cerebral, es necesario entender cómo funcionan nuestras neuronas.

Dentro de la neurona, la información se transmite en forma eléctrica. Pero entre dos neuronas, en las sinapsis, la información se transmite en forma química. La neurona transmisora produce o provoca la producción de unas sustancias químicas específicas llamadas neurotransmisores (como la serotonina, la dopamina o la endorfina). La neurona receptora dispone de un sistema que le permite recibir la molécula enviada, deducir la información y utilizarla para producir moléculas o transmitirla. Esto puede repercutir en todo el organismo, sensaciones, sentimientos, acciones, inmunidad...

Una vez comprendido esto, la medicina ha hecho grandes progresos con los antidepresivos. Aunque sus efectos secundarios son graves, son muy potentes.

¿Cuáles son los demás factores?

Hay muchos factores ambientales que pueden desencadenar una crisis nerviosa, pero su responsabilidad no es decisiva. De hecho, ante una ruptura, un divorcio, un duelo, conflictos familiares o problemas laborales, cada uno reacciona a su manera. Esto no conduce necesariamente a una crisis nerviosa. Sin embargo, pueden considerarse factores agravantes que, junto con otros factores, pueden desencadenar una crisis nerviosa.

En cuanto al alcohol y las drogas, intentar explicar su relación con las crisis nerviosas sería como intentar averiguar quién es el huevo o la gallina. El alcohol puede ser tanto una consecuencia de la depresión como una causa.

Lo que sigue siendo cierto es que un entorno social en el que los seres queridos se apoyen mutuamente, y así consigan superar el estrés y la ansiedad con más facilidad, podría ser una barrera contra las crisis nerviosas.

A estos factores ambientales se añade el factor hereditario. En efecto, parece que puede haber un origen genético. Aunque las investigaciones para determinar un gen responsable de la crisis nerviosa no han tenido éxito, parece que hay varios genes implicados en esta enfermedad. Esta hipótesis se ve respaldada por el hecho de que hay más probabilidades (estadísticamente) de sufrir una crisis nerviosa si alguien cercano ya la ha padecido.

Señales de socorro para identificar en caso de crisis nerviosa

Un estado psicológico inestable

A primera vista, las crisis nerviosas parecen una enfermedad fácil de diagnosticar. De hecho, todo el mundo cree conocer los síntomas de esta enfermedad y ser capaz de reconocerlos. Pero la realidad es que a menudo es difícil darse cuenta de que alguien cercano sufre esta enfermedad. Lo que sufren las personas con una crisis nerviosa es bastante subjetivo, pero algunos síntomas son recurrentes y pueden identificarse cuando se les presta atención.

El primer signo de depresión es un estado de tristeza que impregna todos los aspectos de la vida del paciente. Todo se percibe a través de una lente que lo ennegrece todo, los aspectos positivos se vuelven casi imperceptibles y el menor problema parece insuperable.

Este estado de tristeza, que todo el mundo puede sentir, no desaparece al cabo de cierto tiempo en la persona deprimida, sino que dura indefinidamente... La persona deprimida está de humor triste y sombrío todos los días, de la mañana a la noche.

Una bajada de moral que afecta al cuerpo

El cuerpo tiende a somatizar este tipo de estados, parte del dolor psicológico se transforma en dolor físico. De ahí surge un estado de cansancio general que, al igual que la tristeza, no desaparece a pesar del reposo. Este cansancio físico va acompañado de un cansancio intelectual, todo lo cual lleva al paciente a aislarse, a evitar a familiares y compañeros y, en consecuencia, a tener cada vez menos vida social. Además, se produce un descenso del deseo, y las cosas que habitualmente aportan alegría o motivación dejan de tener efecto en la persona deprimida.

Pero quizá lo más peligroso de una crisis nerviosa es el daño que causa a la autoestima. Un sentimiento de fracaso arraiga en la mente del paciente, y su visión de todo lo que le rodea se ve condicionada por este sentimiento. Finalmente, la persona deprimida tiende a encerrarse en sí misma. El consuelo proporcionado por la familia y los amigos siempre es insuficiente, la enfermedad es más fuerte, pero esto no significa que la familia y los amigos no tengan ningún papel que desempeñar, sino todo lo contrario.

Consecuencias físicas y morales de las crisis nerviosas

Una crisis nerviosa tiene efectos inmediatos en el organismo de la persona que la padece. La fatiga va acompañada de una disminución de la libido. Una sensación de estrés, ansiedad profunda, pero también un nudo en la garganta, un nudo en el estómago y palpitaciones son constantes recordatorios de la afección. De hecho, la mejor manera de dejar que una crisis nerviosa gane terreno es no tomársela en serio, pensar que pasará como un resfriado de invierno o una depresión pasajera.Podemos recordar que una crisis nerviosa es una enfermedad real, que debe ser tratada por un especialista, y que puede tratarse.

En conclusión, la crisis nerviosa puede tener muchos orígenes, ninguno de los cuales puede determinarse con certeza. Pero gracias a la comprensión de su funcionamiento biológico, en particular a nivel cerebral, la ciencia puede aportar una respuesta eficaz a esta enfermedad.

No obstante, la medicación para tratar una crisis nerviosa puede tener efectos secundarios importantes, y el apoyo psicológico de la familia o de un psicoterapeuta, así como los tratamientos naturales, también pueden tener efectos muy beneficiosos